-Bueno, es que aquí no funcionan ni los teléfonos públicos–
(Antes de interrumpir al Manolo –que, con ese comentario, parecería que acaba de salir del DeLorean de Back To The Future y ni se entera que los teléfonos públicos se fueron con Los Panchos hace ya mas de treinta años–te pongo al tanto. Manuel (mi mejor amigo que es un amigo amígo de esos que, cuando se te vacíe una goma o quiera ver Miss Universe, siempre te mandará un mensaje de Juassap pa preguntate, “Loca, ¿kéase?”…
Y mis planes –si los tenía se habrían ido al carajo con el resto de mi libertad pre-pandémica.
Pues Manolo, pa variar, está encabronao. Pero furioso como nunca lo había visto. Anda por la calle –dice él, y yo le creo– defendiéndose de la gente y regañándolos con el sonsonete de Misis Vargas en quinto grado porque no se ponen las benditas mascarillas. Ha estado a punto de meterse en trifulcas –de las que se zafará porque correrá como pa’l “maratón del pavo” en aquel año terrible del ’92. Esa es otra historia.
El caso es que me llamó hace, exactamente, 32 minutos y tres segundos cuando empiezo a escribir estas líneas. Ya como que fue suficiente.)
-Manuel Antonio, tú sabes más que eso–
-No, papito. Tú eres el que tiene que ponerse un zipper.
(Pausa y seguido.)
-Aquí la gente no tiene ni la más cabrona idea de cómo coño vamos a bajar la maldita curva del cabrón covid que me tiene encerrao y de los nervios porque es que ya uno no puede ni ir a la disco ni a Tía (María, ya saben) o al Watu y yo estoy como que malamalamala…
(De eso no tengo duda.)
-Manolo… Tú manejas información muy particular e importante para la gente, por tu trabajo. Yo igual. Sabemos lo que hay. Pero si, por cada persona de esas que se molestan por decirles algo–
-Pues yo les digo hasta culo. (Perdón.) Hasta del mal que van a morir, que será por el jodio covid, ojalá–
-Manolo–
–Porque es que tienen ese covid pintao en la frenteeee–
-Sss sss, eh-eh-eh… Noooooo. Estás juzgandooooooo.
Manolo se descuadró a través del Zoom y yo apagué mi cámara. Es que, sabía, yo sabía que esto iba a terminar así. Conociéndonos de taaaaaaantos años y siglos –parece que se me olvidó que puedo limpiar mi karma de muchas otras maneras menos invasivas–, debería estar curao de espanto con este anormal que adoro como mi mejor mejor panita del mundo entero (y no se enchismen los que leen esto, que ustedes tienen lo suyo)…
(Blip.) Miro mi celular. MANOLO (dos emojis) en mis notificaciones. Respiro hondo.
4:29
Mira loca, perdón, no te enchismes conmigo
4:29
NO estoy enchismao. TÚ me colgaste
4:29
Pérate que es que me quedé sin carga. Este maldito teléfono–
(RING.)
-Ajá, sigue.
-(Suspiro profunnnndo.) Manolo. Te quiero. Eres mi mejor mejor mejooor amigo. Pero tienes que bajarle como 100 rayitas a tu histeria.
-Pero Pepito–
-DÉJAME terminar. (Exhalo encabronamiennnnto.) Yo creo que la salvación es individual. Tú no te forras con el plástico que le ponen a las maletas en el aeropuerto porque no has conseguido la máquina por eBay, o te cuesta un güevo–
-Maricón…
Ya se le zafó una risita, así que el tipo está ya dominao.
-Papi, no puedes ir por ahí como el Enemigo del Pueblo… La gente hace lo que entiende que debe hacer y nosotros también lo nuestro–
-GRAAACIAAAAS. Eso es exactamente lo que estoy haciendo. Es más, ¿tú te acuerdas de Quíntuples en la iupi?
(Cómo olvidar esa maravillosa experiencia de ver a Idalia Pérez Garay y a Paco Prado arrastrándose como dos perras en un teatro a reventar…)
-Claro.
-¿Te acuerdas de aquella que hablaba fañoso y estaba preñá?
-Carlota Morrison. Memorable. Estuvo genial–
-Pues por mi madre que voy a ir a Guolmar a comprar moñas de esas que vienen en caja. Allí las Crismas llegaron yo creo que en marzo.
-A lo mejor ni las quitaron, con todo el jelengue de los temblores–
-Pues no creo porque yo voy a ese Guolmar semanal. Eso es un chiquero.
-¿Y pa’ qué coño vas?
-Ya empezaste a joder. (Pausa y respira hondo.) Mira, lo único que yo quiero es pegarle una moña prieta o violeta en lel pecho) y decirle Ustéeee. Cuando me pregunte que qué me pasa, le diré, “Póngase esa moña to’ los días pa acordarme que eres uno de los que se pone la mascarilla en el pejcuezo–
-Aydiosmío, lo perdimos–
-¡De alguna forma me tengo que proteger. ¡Y tú deberías estar pensando en algo así, a ti que te gusta inventar–
-Mira, Manolito Santo Bello Hermoso de mi Vida Entera, que te amo tanto como este dolor de muelas que tengo ahora–
-¡Tú tienes esa boca podría–
-¡VETE PAL CARAJO!
(Clic.)
4:32
Mera
4:32
De verdá de encojonaste, loca?????????
4:33
Llama, kbronnnn
(Quiero matarlo.)
(RINNNNNNG.)
-Yo creía que, después de grande, se te habían quitado esas niñerías–
–¿Qué quieres?
-¡¡¡PONERLE UNA CABRONA MOÑA A TOOOODO EL MUNDO QUE ME ACERQUE PA VER SI CON ESO SE ESPANTAN Y ME DEJAN CAMINAR POR LA VIDA EN PAAAAZZZZ!!!
(Klonopín klonopineo, ¿dónde estás que no te veo?)
-Manolo.
-…
-Manolooo.
-¿QUÉ QUIERES?
-Una moña sí. Negra. Pero no de las de regalo. De las de luto. Pa que todos la llevemos en el pecho. Así, pegá en el mismo corazón. Pa que no se nos olviden los muertos. Los abandonaos, los perdidos, los que matan, las que asesinan, los inocentes, los ejmayaoj, los solos, los pobres, los mudos, los que sufren, coño, los que sufren–
(Vamos por diecinueve minutos de inicio a uno de los días más largos de nuestra historia cuando escribo esto. Porque si no lo hago, no puedo dormir.
Manolo, mi amado Manolo que tanto me habla pero, muchas veces –la mayoría–, es mi espejo para entender lo que en mí se esconde pero, a través de él, se asoma para decirme, “Dale, mi vida, eres bello, eres bueno, eres grande y te mereces TODOOODO lo mejorts.)
Nunca pensé que diría esto, y mucho menos, lo publicaría. Pero tengo que hacerlo. Porque son demasiados años en silencio.
A veintidós minutos del día más largo de nuestra historia, admito que soy un hombre que vive con la esperanza de pisar una patria libre. Desde siempre. Quizás porque yo siempre he querido serlo. Yo. Libre. Pa hacer lo que me dé la puta gana y vivir la vida que quiero. Porque me la merezco, coño. Porque me he jodido estudiando y trabajando y me da una rrrrabia pensar que hay imbéciles que, con menos educación e inteligencia, se ganan una fortuna y uno siempre mirando pal cumpleaño ajeno, justo en ese silencio empalagao de frosting, que viene después de repartir el bizcocho…
-No es una moña. Es un crespón.
12:24
Te amo. (Corazoncitos rojos —uno dos tres cuatro cinco seis siete –ni uno más ni uno menos desde el primer día.)
(Por primera vez, me quitaré la moña luctuosa para dormir tranquilo.
La verdad es que no. Hasta que no haga las tres cruces, no enterraré a mis muertos, que he cargado en mi conciencia por callar, por no ofender, por no llevarle la contraria a Papi, a mi familia, a mis amigos…)
12:34
Yo también te amo, cabrona loca de mierda.
12:34
Estúpida.
12:34
¿Ya sabes por quiénes vas a votar?
12:35
DESDE EL PRIMER DÍA. (Banderita de Pe Erre, corazoncito verde.)
#Patria Nueva es la que hay.
12:35
AAAAAAY QUÉ BELLO ESE HOMBREEEEEE–
12:35
ADIÓS.
1:08
Los crespones son siempre negros, verdá??????
(UGH.)
###