
(TURURIRU-PLIN. TURURIRU-PLIN–)
(Miro el celular y me persigno–el ya abandonado ritual de mis años católicos siempre regresa cuando se trata del gran Manolo. Para quienes no lo conocen, se los presento en diez palabras: es mi amigo desde que éramos pobres, brutos e indocumentados–dice él cuando me presenta a alguno de sus novios. Yo lo ignoro, aunque tiene razón).
-Aló.
-Ay madre. Aborrecío totalllll–
-Mi estado natural. ¿Qué pasó?
–Nada.

(En la jerga manoliana, nada significa todo. Manuel Antonio se lee todos los periódicos –ya está leyendo los obituarios; preocupante– y mira cuanta cosa hay en la televisión, incluyendo ese programa horrible de las Kardashians. Su lema de vida es simple: “nacimos para morir” –aunque es cierto, el tipo lo sube al nivel de alerta máxima para joderse el hígado por gusto. Admito que me gusta retarlo a ver si le agarra el golpe a la vida y su cambio constante…)
-Es que vi la serie esa del pepinillo que me dijiste y me dejó–
(Gloria a la patria libre y soberana: Cucumber (BBC, 2015) es una serie de ocho capítulos sobre la crisis existencial de un hombre gay que, de camino a los cincuenta años, se enfrenta a todos sus demonios a fuerza de malos ratos y extrañas obsesiones.)
-Sí, es intensa. Pero está muy bien escrita–
-Ay pero es que a ese hombre le pasa de todo y ya tú sabes que yo enseguida me pongo–
-Es una historia, neneeee. No es la verdad.
-Ay sí, pero es que… ¿Cómo es posible que, a esta edad, uno tenga que estar dando bandazos, como perro sin collar, con la brújula apuntando pa’l caraj–
-Entonces no te gustó la serie.
-Ay, es que me dejó mal, mal… Este encerramiento… Uno sin ver a nadie, sin conocer a nadie, sin… Ay Dios mío–
-Tenemos que acostumbrarnos a esto, flaquito.
-Mmjmm. Pero ese hombre de la serie se iba pa’l supermercado y allí veía a otros hombres beeeeellos y el pobre con ese revolú en la cabeza, teniendo un novio tan bueno–
-Manuel, avanza, que estoy escribiendo–
-Ay, es que los gays nos metemos en cada lío… Ya sabes: looking for love in all the wrong places—
(Éste está looooco por romper el distanciamiento social.)
-Manuel: meterse en líos, como tú dices, lo hace tooooodo el mundo. Comemos de más, compramos por impulso, dormimos poco, el celular nos traga, desperdiciamos el agua y, pa colmo–
-Nos encaprichamos con lo que no vale la pena.
(Ésa te la compro, Manolete. Además, te ha pasao, mi santo.)
-(SUSPIRO.) A veces tenemos que aprender, a palo limpio, que la vida es y hay que bregar, adaptarse, buscarle la vuelta–
-Ay pues me voy a quedar jamona. Lo sé. Por más que la brujita me diga que lo mío viene y que tenga paciencia… Yo que pensaba que el 2020 por fin me traería un hombre bueno, que me quiera, que me deje cuidarlo y atenderlo–
(Y volveeeemos con la cantaleta. ¿Por qué la gente se empeña en negarse a sí misma y conformarse con el salario mínimo porque buscamos afuera lo que, probablemente, ya está dentro de nosotros?)
-Manuel Antonio, tú no eres sirvienta ni babysitter de nadie–
-Ay sí. Pero es que el hombre de la serie esa estaba bien, con su partner, y pudieron haberse casado y llegar a viejos… Yo creo que lo que él quería… Si el novio hubiera ido con él a hacer la compra, a lo mejor–
-Papi, tengo que terminar de escribir–
-Aborrecío. Como to’ el país. Encima de to–
-Bye.
(BLIP-UMP.)
(Sigo escribiendo y, al rato, BLIP. No quiero mirar el celular, pero la tentación es muy fuerte.)
WhatsApp. MANOLOOOOO. Online.
(No se piensa mover.)
Voy para el supermercado.
(No bien me dispongo a responder–porque ignorar a Manuel Antonio es apagarle el fósforo al diablo justo cuando va a prender las calderas…–BLIP.)
VERDAD Q YA C PUEDE IR A LA PLAYAAAAA? 😛
(Tiro el teléfono sobre el escritorio y respiro profundo. Y, de un no sé dónde muy acertado, brota sobre mi calma una línea maravillosa de Lezama Lima: “Los más dormidos son los que más se apresuran”.)
Q PASOOOOOO??????
Nada, cariño. Disfruta. 🙂
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#TodosSomosManolo
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